Origen de la Hamsa
La revelación de la Cosecha
La fundación de la Hamsa está ligada a la aparición del primer Ismah y por extensión a los que los miembros llaman la Cosecha. El primer Ismah, Brahama Abdullah Qadir, recibió la revelación durante un sueño.
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Lo que no tiene nombre, me habló en sueños.
Tú eres mi elegido, Brahama -me dijo- Confía, no te haré daño - Y sentí un calor por el cuerpo y un peso leve en mi pecho.
No tengo boca, ni ojos, ni cuerpo porque soy algo que tu mente no comprende -me explicó- Todo y Nada soy y así me debes entender. Pero yo conozco el espíritu de todos los seres.
No temas -me dijo-, pues grande es tu espíritu y naciste para La Ley. Pero tu espíritu estaba adormecido y he llegado a ti para despertarlo. Escucha estas palabras, pues ya se ha cumplido el día y la hora en la que debes entender.
La Ley es una fuerza en la Creación. Las estrellas y los planetas son testigos de La Ley. El Bien y el Mal emergen de La Ley y solo en ella brotan y parecen perecer. En la Ley el Mal y el Bien combaten desde el Principio. Desde entonces se libra esta Batalla. Es la Ley eterna. Es la Ley de la Batalla. En ella, uno es una parte de Todo y otro una parte que nace de la Nada. El Bien es uno unas veces y otras veces es el otro. El Mal es el otro unas veces y otras veces es el uno. Pues ambos son fuerza que se divide y choca y, por ello, La Ley parece morir y nacer a cada instante. Tan pronto mengua hasta casi desaparecer, como es favorable y se extiende. La Ley viaja y regresa. Una vez se encuentra en un borde y otra vez en el otro. Pero es Inmutable en su movimiento constante.
Escúchame, Brahama -me susurró- Si estoy ahora en ti, es para concederte una millonésima parte, de la millonésima porción de la sabiduría de La Ley. Pues si toda la compresión te diera, enloquecerías y perderías la razón. Cuando me marche de ti despertarás. Tu espíritu también habrá despertado y transfigurará a una parte que será del Bien, pues el maligno es veloz, y astuto y sabe que por ello hay una ventaja para él. Ya ha ganado a muchos para su causa, pues el espíritu de estos es como el barro seco que se desmorona entre los dedos. Por eso tu espíritu será del Bien, que es lento pero firme como el acantilado y, una vez que ha decidido el bando para la contienda, no muda ni cede.
Tú crearás el código con el que un hombre bueno se conocerá. Será la vara con la que se medirá. Porque yo te he dado un simple destello del conocimiento de la Ley. Y al código lo llamarás La Cosecha.
Ponte en camino al despertar y no pierdas tiempo. Viaja de aldea en aldea, únete a las caravanas de comerciantes, visita las ciudades y también las cuevas donde los eremitas se han retirado en las montañas. Pues tú eres el portador de la Cosecha y debes sembrar la palabra en tierra fecunda. Yo te guiaré hacia los hombres adecuados y a ellos les explicarás qué es La Cosecha. Tu espíritu te dictará las palabras que yo deposite en él. Y cuándo les hables se verán impregnados de una sabiduría que les permitirá conocer el espíritude sus congéneres para saber si están fijos en la parte del Bien o son de la otra parte o no tienen la fuerza de la firmeza en la del Bien. Pues de La Cosecha se obtendrá un fruto formidable y duradero. Y, al igual que las palabras que expliques permanecerán en la mente de esos hombres, y ya nunca las olvidarán, así éstos, cuando usen las mismas palabras para explicarlas a otros, lograrán que no caigan en el olvido de sus mentes. Y a estos últimos les ocurrirá en igual medida lo mismo. De esta manera La Cosecha permanecerá viva y oculta.
Este es mi mandato, Brahama -y diciendo esto desapareció de mí y fue como si una parte muy pesada se desgajara de mi interior. Era el momento de la aurora cuando recogí todas mis cosas. Conduje mi rebaño hasta la propiedad de mi cuñado y lo dejé dentro del cercado junto a su rebaño. Y desde allí, sin mediar palabra con nadie y sin perder un instante siquiera, caminé en dirección al Este
Los Ismah
Desde aquel primer Ismah, muchos han sido los elegidos que han formado parte de la Hamsa. Muchos han sido llamados a recorrer el camino y enfrentarse al mal.
Cada uno de aquellos que forman o han formado parte de la Hamsa han sido "cribados" y elegidos por la Cosecha, tal y como se enuncia en el Sermón 7 de Ali ibn Abi Talib.
Lee el "Sermón 7" al completo
Al hombre fuerte, inmune a las tretas del Mal, yo lo llamo Ismah.
La fuerza de un Ismah no radica en su cuerpo. Es su espíritu el que refulge cual brillante coraza.
Los malvados djinn que le rodean, no pueden tentarlo. Ninguna de sus ladinas
artimañas puede engañarlo. Ni el veneno de sus susurros puede embriagarlo. Ninguna
de sus amenazas le hará temblar.
Ni el mismo Shaitan acompañado de un ejército puede arrodillarlo.
Un Ismah es un guerrero. Junto a otros formará un ejército. Este ejército será llamado
Hamsa. Un Ismah es un guerrero para la Hamsa. Aunque no sea reclutado, aunque no
conozca la Hamsa, un Ismah pertenece a la Hamsa. Pues basta con que se conozca a sí mismo.
Él no baja la cabeza frente al Mal. Es bueno, pero no se sabe bueno, no se cree bueno. Él no medita lo que es. No argumenta sus acciones. Si se enfrente al Mal lo hace como respira el aire o su corazón late.
La lucha no es un propósito. El acude al campo de batalla como el jornalero camina para regresar al hogar.
Un guerrero de la Hamsa conoce su misión; como el buen herrero sabe fijar perfectamente la herradura al casco. Pues él se bate en la batalla como el buen padre procura amor y alimento a sus hijos sin esperar nada de ellos. Él no se compara con otros.
Uno es alto y otro delgado, uno más fuerte y otro más rápido, pero ¿quién puede mejorarse a sí mismo pendiente de los demás? Si se dirige a la batalla, no piensa en morir o en matar. Él es el que es. Si mira, no hace falta que abra los ojos. Su corazón lo alerta y lo guía. Los sentidos ocultos son los que descubren donde habita el Mal. Un guerrero de la Hamsa ve lejos, ve antes y ve con precisión. Él mira con el ojo de su corazón.
Si te cruzas con un Ismah nunca verás al que es. Creerás estar simplemente con un anciano. Pensarás que es sólo un mendigo. Verás solamente un niño. Creerás ver sólo a una esclava.
Un guerrero de la Hamsa no se distingue por saspecto. Así como las nubes viajan en el cielo, él no obedece órdenes, sino que sigue el dictado de su destino. No es valiente ni cobarde. No es orgulloso ni necio. Pues un Ishma tiene el conocimiento.
Él sabe que ya es la arena que ha de regresar al desierto. Y si la cólera del Mal le obliga a alzarse, entonces será temible.
El Consejo
Todos los elegidos se han ido incorporando a la Hamsa a lo largo de muchas generaciones. La Cosecha es, por tanto, el motivo por el que todos y cada uno de los miembros de la Hamsa son hoy lo que son.
Al principio, como cuenta la revelación de la Cosecha, la tarea de reconocer y llamar a cada uno de los miembros de la Hamsa era de Brahama. Al fallecer Brahama, sus más fieles seguidores y amigos siguieron con la misión encomendada. El más antiguo de los Ismah era el encargado de sembrar la palabra y medir a los hombres con el código.
Poco después, cuando a la Ismah Hunia ibn Alawi debía asumir la responsabilidad de propagar la Cosecha, la corrupción de Saitán llegó a la Hamsa. Sembró el corazón de algunos de los Ismah la envidia de por qué debía ser una mujer la encargada de llevar la palabra a otros. Rapidamente Hunia entendió que aquello era una obra de Saitan y, tratando de evitar que aquello fuera lo que destruyera a la Hamas, decidió solucionarlo desde la concordia y no desde el enfrentamiento. Con gran astucia e inteligencia, decidió crear El Consejo, donde los más ancianos y sabios e la Hamsa serían los encargados de extender la Cosecha.
Desde entonces la Hamsa dio un nuevo paso. Hunia, al frente del consejo, logró dotar a la Hamsa de una organización y estructura que ha llegado hasta nuestros días. Con Hunia, la Hamsa se hizo más fuerte y, sobre todo, más capaz de enfrentarse a las amenazas de Saitan.
Desde entonces, el Consejo de la Hamsa, dirige la organización y, lo más importante, se encarga de nombrar a los nuevos elegidos.
Lee "La invocación de La Cosecha"
INVOCACIÓN DEL CONSEJO PARA
UN NOMBRADO EN LA COSECHA.
Oh, mi Dios. Nombrado hay uno. Oh, Dios mío.
Preparado lo creemos. Él aceptará tus designios. Fabrica en él con Tu sagrado aliento lo que Tu saber infinito le había reservado.
El nombrado no es mejor que otros. Es distinto y difiere de los otros. Él mismo se nombraría el último de los últimos; y también por esto mismo lo nombramos. Pero ha nacido en el lado soleado de la cima. Y esa luz la hemos observado en la Cosecha.
Pero somos imperfectos y por eso lo enviamos, pues sólo Tú lo sabes todo. Y ahora recorrerá el Tramo. Estará cerca de Ti. Tú, que lo sabes todo, humildemente te pedimos: sea el nombrado lo que Tú aprecies, oh Dios, pues Tú eres el Verdadero Tasador.
Sea Agua, excremento o flecha. Sea escudo, caballo o escorpión. Sea faro, barro, piedra o semilla de un inmenso árbol. Pues todo en tu Creación es notable y cumple su tarea. Sólo Tú lo sabes. Tú eres el Buen Tasador. Oh, alabado seas, Dios Todopoderoso.
Este que enviamos, entenderá El Tramo si Tú le insuflas el conocimiento.
Para el que nombramos, El Tramo es su principio y su fin. El Tramo es tu Palabra, enredada dulce en su oído. Con humildad te suplicamos: háblale. Pero cuándo guardes silencio, oh, mi Dios, ¿podrá soportarlo?
¿Verá que El Tramo es la más estrecha de todas las sendas?
Apenas sus pies cabrán en El Tramo ¿lo verá? A sus flancos se abre un Abismo infinito ¿lo percibirá? Enfrente contemplará a sus terribles enemigos, esperándole en una inmensa hilera. Y la pelea más terrorífica que haya librado nunca, será inevitable. A cada paso que dé, la senda desparecerá tras de sí. Sólo vacío habrá detrás. Tú así lo quieres.
Pues no se puede retroceder habiendo iniciado El Tramo. Y lo que ha empezado debe terminar. Y recorrerá el recto camino y avanzará por él hasta que su fuerza y su destreza se agoten.
Le esperan mil guerreros dispuestos a derrotarle. Todos ellos intentarán arrojarle al vacío del Abismo. Oirá el eco de los gritos que profieren sus entrañas. Pero si los Tres están en él ¿qué podrá
temer?
Y agitará el Pastor su cayado para ahuyentar a los chacales. Y los chacales huirán. Pues la fuerza con la que lo esgrime y golpea es el amor a los suyos, y es esa la fuerza poderosa. No encontrará cólera en su cometido. No hallará barbarie en sus actos. El Pastor no duerme
durante la noche. Él es el guardián en la oscuridad y cuida de los que tiene a su cargo. Y, si es necesario, dará su vida por ellos. Y esto aprenderá del Pastor.
El Justo se establecerá en la ribera correcta del río. Y se hará la compañía del que llora amargamente, y erigirá un indestructible pilar que sostendrá un enorme techo. Y allí se refugiarán los que han caído en desgracia. Pues viendo que el débil, el enfermo y el abandonado, son el alimento de las hienas, él será el destructor de las alimañas que los achechan. Y esto aprenderá del Justo.
Le dictará el Sabio y verá con el ojo de su corazón. Y sabrá donde está el Bien y dónde el Mal, quién finge y dónde reside la verdad. Pues el sabio no mira, sino que ve; no habla, sino que escucha y comprende todos los idiomas, todos los lenguajes, todos los sonidos. Y el tiempo no
será una continuidad. El Sabio, poseedor del conocimiento, se lo hará entender. Y esto aprenderá del Sabio.
Los Tres serán uno en él. Y con las tres mentes en la suya recorrerá el Tramo, derrotando a cuántos traten de impedirlo. Y si Tú, oh Dios Verdadero, lo has visto y es digno, saldrá por la Puerta de la Surah y el aire le soplará en la cara revelando su destino. Y saldrá siendo el que era cuando había nacido. Y él mismo sabrá que es un Ismah y que es un guerrero de la Hamsa.
Reunidos en el nombre de lo Grande, que es Bien y Tregua, te suplicamos que escuches esta invocación.
Así te lo pedimos, Dios Todopoderoso.
Los documentos
A contonuación encontrarás los más importantes documentos de la Hamsa. Haz clic en la imagen para descargar el que quieras.