Cantinera Virtudes Puig Aguado

Virtudes nació en una familia de clase proletaria de Barcelona. Niña inquieta e inteligente, lamentablemente, la situación familiar no le permitió llevar a cabo estudios más allá de los básicos. Pronto entró a servir a una casa de la alta burguesía de la Ciudad Condal. El hijo de los señores, se enamoró apasionadamente de ella y, aunque la joven lo rechazaba ya que no deseaba tener nada fuera del matrimonio, la insistencia del joven terminó cuando esto llegó a oídos de los señores. No podían permitir el posible romance entre la sirvienta y su heredero, por lo que Virtudes se encontró en la calle sin dinero.

Las opciones para una mujer en su situación en Barcelona era intentar entrar a trabajar en una fábrica o ejercer en una de las muchas casas de lenocinio del Barrio Chino. Ella se negaba a llevar una vida que no deseaba y consiguió salir de la situación de forma grata e inesperada. Gracias a su mejor amiga, Carmen, que le ofreció cobijo en su domicilio, Virtudes encontró trabajo en la taberna donde también trabajaba su amiga. Allí aprendió durante unos años el negocio y se convirtió en una experta en mezclas de bebidas espirituosas.

Cuando Virtudes estaba viviendo una de sus épocas más felices, un desafortunado tiroteo en la taberna hirió de muerte a Carmen. Virtudes de nuevo desamparada sintió que necesitaba un cambio de vida, leyó un artículo en El Progreso. Allí se hablaba, de cómo el protectorado de Marruecos ofrecía una oportunidad para trabajar a los españoles que fueran lo suficientemente decididos para viajar a esas tierras.
Cogiendo sus ahorros, se embarcó en un tren hacia Málaga y luego en barco hasta Ceuta.

Allí comenzó a trabajar en una de las numerosas cantinas cuarteleras. Pronto se labró fama de mujer avispada y echada pa`lante. Cuando se fundó La Legión, acudió rápidamente y se hizo cargo de la cantina del acuartelamiento. No tardó en ser conocida por sus mezclas con efectos “revigorizantes” y que cada vez más soldados llevaban en sus petacas al frente. Pronto comenzó una vida de aventuras para Virtudes, pues uno de sus cometidos como cantinera era acompañar a los hombres en campaña llevando la cantina del campamento. Además, gracias a unos cursos que realizó en Ceuta, pudo ejercer como ayudante de enfermería cuando se necesitaba. Allí durante una acción de guerra, desobedeciendo las órdenes ministeriales, que prohibía que las mujeres acompañaran a los soldados en las marchas, salvó la vida del capitán Gómez de la Fuente, el cual había sido herido.

Conociendo su fama de mujer inteligente y viendo sus capacidades en primeros auxilios, Gómez de la Fuente movió los hilos para que Virtudes, aunque no pudiera ser miembro de la BRIAAP por razón de su sexo, si pudiera acompañarla en las misiones de ésta.